Por Daniela Jerez
Diciembre de 2011
El matrimonio no está en el plan de vida de muchos jóvenes hoy en día, para muestra, sólo el 51 por ciento de los chicos mayores de 18 años están casados, datos que revelan que poco a poco la tendencia irá en aumento y pasarán a ser minoría de acuerdo al "Pew Research Center" realizado en Estados Unidos que revela la disminución en comparación al año 2000 cuando la cifra era del 57 por ciento.
La media promedio actual para contraer matrimonio es de 26 años en las mujeres y 29 en los hombres muy diferentes a los registrados a mediados del siglo pasado cuando el porcentaje de personas que nunca se casaban era de un solo dígito.
En 1960 cuando los "Baby Boomers" eran niños, 72 por ciento de los adultos estaban casados.
Andrew J. Cherlin, sociólogo de la Universidad John Hopskins y entrevistado por washingtonpost.com señaló que en los 50 si una persona no estaba casada los demás creían que era un enfermo mental, pese a que las cifras de declive afecta a todas las personas, es más común en los jóvenes, pues cuatro de cada 10 jóvenes americanos menores de 30 años considera que la institución está pasada de moda.
Y es que muchos de ellos prefieren vivir en unión libre antes de pensar en el matrimonio como lo demuestran las cifras de Rose Kreider, que arrojan que en un año aumentó a 13 por ciento el número de parejas que viven juntas sin estar casadas.
Ante esta realidad, Vania Rodríguez, experta de Red Familia en entrevista para yoinfluyo.com señala que; "Más que obsoleto sí lo consideran innecesario y hasta motivo de conflictos, es decir, se piensa que contraer matrimonio puede ser el inicio de más complicaciones en el futuro, sobre todo, si llega a fracasar, lo cual suele suceder porque desde el inicio ya van con esa mentalidad, de que van a probar, van a ver cómo se sienten, a ver si se acomodan y se acostumbran a la vida con otra persona, a compartir responsabilidades y todo lo que supone vivir con alguien".
La experta nos dice que la falta de compromiso en los jóvenes a querer casarse es porque saben que si en algún momento no funciona la relación no hay compromiso alguno por lo que pueden irse en el momento en que deseen son que alguien pueda reclamarles nada; "es fácil un día irse porque no hay nada que te ate, no hay nada por lo cual luchar, y eso, da cierta tranquilidad, como ves, es un acuerdo bastante tramposo y hasta tormentoso, porque lo que resulta inevitable es involucrarte emocionalmente con alguien con quien estás conviviendo a diario".
Sugiere además que los padres de familia desechen ideas tales como: "no se casen, para qué se casan si es muy pesado y se truncan la vida" y las sustituyan por un "prepárense y no se precipiten al elegir a una persona con quien compartir su vida, sean muy conscientes de que cuando lo hagan, sea con total amor y esta institución no acaba con el éxito personal ni pelea con anhelos profesionales".
Como padres de familia, la especialista sugiere que éstos deben fijarse en lo que sus hijos ven y escuchan de ellos y evitar transmitirles sus traumas, lamentos, errores del pasado y frustraciones del matrimonio para que no repercutan en la vida de los hijos que por supuesto no tienen la culpa.
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