Por: Antero Duks
Cuando le hecha uno una ojeada a las cuestiones generales que se desarrollan en la vida cotidiana de nuestro país, se encuentra uno cosas verdaderamente incongruentes e racionalmente inexplicables.
En una reunión de compañeros coetáneos, uno de ellos dio lugar al tema de las pensiones, refiriéndose específicamente a lo disímbolo de ellas. Sacó una carta que recibió uno de sus hijos, de parte de un muy buen amigo.
La referida carta, en su contenido principal, brincados los acostumbrados saludos, dice:
«Quiero pedirte un favor: ¿Recuerdas a mi amigo Sergio?. El estudió conmigo en la secundaria y la prepa. Es un poco más joven que yo, tiene 51 años. Quiero invitarte para que de aquí en adelante entre tú y yo mantengamos económicamente a Sergio por el resto de su vida, cubramos sus gastos médicos y los de su familia, y si acaso él muriese antes que nosotros, pagaríamos su funeral y daríamos una pensión a sus deudos.
No es que él lo necesite, pues está en la plenitud de facultades. Es más, está en mejor forma que tú y que yo pues jamás ha sufrido de angustia porque su empresa estuviese atravesando malos momentos y temiera que lo echaran.
Además, Sergio no se tirará a la hamaca, pues posiblemente entrará a trabajar a algún otro lado, o quizá ponga su negocito. De todas formas, tú y yo pagaremos con toda oportunidad lo que actualmente él gana y hasta un poco más.
Parece de locos, pero es real.
Sergio ha trabajado para el Seguro Social y está por jubilarse el mes de Junio, a los 51 años de edad. Como conquista sindical, el mes que viene le darán a él un finiquito, luego ganará un poco más de lo que actualmente cobra, y mantendrá todas sus prestaciones hasta que muera. Obviamente, todo eso lo pagaremos tú y yo con nuestros impuestos.
Si bien nos va, nosotros nos retiraremos a los 65 años de edad, y nuestra pensión será una porción del sueldo promedio de los últimos 5 años de trabajo. La diferencia es que nosotros no somos empleados del IMSS como Sergio; tan sólo somos quienes lo mantenemos operando con nuestros impuestos.
Pero déjame decirte que Sergio no tiene la culpa; él sólo está aprovechando las oportunidades que le brinda el sistema que creo el PRI por más de 70 años.
¿Cuántos miles y miles de Sergios habremos de mantener tú y yo del IMSS, del ISSSTE, de PEMEX, de CFE, de la Cía. de Luz y Fuerza del Centro, etc.?.
Por eso, cuando del PRI nos dicen que ellos sí saben gobernar, no me queda más que mentarles su madre, pues seguramente tú y yo también tendremos que mantenerlos a ellos mientras vivan, o hasta que nos maten.
¿Entonces qué, le entramos a mantener a Sergio?. Si tu respuesta es sí, vota por el PRI.»
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