Por: Querien Vangal
Julio 2012
En nuestro amado México siempre han sido un verdadero viacrucis las elecciones presidenciales, finalmente cuando todo parece que logramos encontrar el camino a una verdadera democracia, en donde impera el buen orden y juicio de la ciudadanía, resulta que aparece un actor poco deseable, pero, como verdadera pesadilla, ahí está, su nombre Andrés Manuel López Obrador.
Hace unos días me visitó un buen amigo, lo invité a tomar un café, y como era de esperarse, dado el momento post electoral y el ambiente vigente, enfocamos la plática al tema de la posición asumida por AMLO. Le externé mi opinión personal al respecto, con la cual coincidió mayormente.
A mi, en lo personal, me da suma tristeza de que haya ganado las elecciones para presidente EPN, y no porque sepa cual es el autor de tal o cual libro, ni porque sea o no de las preferencias de Televisa, ni porque esté casado o no con una guapa mujer, sino porque representa al PRI, el partido que, a través de su hegemónico y oprobioso gobierno de 71 años, nos legó muchos lastres, entre los que destaca obviamente la lacerante corrupción, que es un gran flagelo y madre de todos los vicios y males que sufrimos. Pero en la democracia las mayorías mandan y este es el caso, y esto hay que aceptarlo si nos preciamos de civilizados.
La actitud de AMLO y sus compinches de desconocer caprichosamente lo que no le gusta o favorece, es una posición por demás obtusa, inculta e irracional. El coloquial: “Aquí solo mis chicharrones truenen” es su lema. No se para en mientes para acusar a todo un ejercito de buenos y responsables ciudadanos que trabajaron en todo el dispositivo armado por el IFE de tramposos y fraudulentos, ¡vamos! Hasta a sus representantes los tilda de lo mismo.
En realidad, lo único que deberían de concederle es el recuento, voto por voto, de las casillas en donde no alcanzó a poner representantes. Pero no, él quiere que se cuente todo, y está bien, de acuerdo con la ley vigente, por los caminos correctos se le puede conceder, aunque sabe perfectamente que el resultado no va a cambiar, el caso es fregar.
Pero para completar el cuadro, como si ya no fuera suficiente su necia insistencia, se le ha metido en la cabeza el que los priístas efectuaron una compra masiva de votos, cuestión que solamente él se la cree, ¡Ah! y, desde luego que también sus compinches, que lo consideran el Mesías y que en todo le hacen segunda como perritos falderos, ejemplo: Ricardo Monreal. La entrega de “apoyos”, como despensas y materiales para construcción la practican todos los partidos, pero me consta que tanto el PRI como el PRD se pintan solos para ello. El mismo AMLO es común que le diga a sus fervientes simpatizantes, en relación con las dádivas: “Acepten lo que les den, pero voten por mi”. La propia Rosario Robles declaró abiertamente por televisión, que cuando era Jefa de Gobierno en el D.F. y AMLO candidato a dicho cargo, le pidió despensas para repartírselas a la gente para que votaran por él. Y qué decir de la farsa, muy bien armada por cierto, de las tarjetas “Soriana”. Nada más con el hecho de que el voto es secreto, deja de tener sustento cualquier argumento al respecto, que se lo crean los tontejos.
El señor AMLO de todos mis respetos está loco de remate; si alguno tenía que ganar, y no fue la mejor (Josefina), gracias Dios que ganó el menos malo. Vamos a ver si de verdad ya se renovó positivamente el PRI, yo lo dudo, pero dejémoslo al tiempo. Por lo pronto nos libramos de una verdadera pesadilla llamada AMLO, creo que después de esto mejor le queda irse a du finca de Palenque a meditar y reflexionar, que buena falta le hace.
Para mi el proceso electoral del pasado 1 de julio ha sido un verdadero ejemplo de civismo, del cual debemos de estar orgullosos. ¿Qué hubo manchones?, sí, y siempre los habrá, porque el contexto humano la perfección no existe, y siempre habrá que estar corrigiendo algo. Además, entre los seres humanos siempre habrá quien busque sacar ventaja de sus prójimos a través del engaño. Como dice mi compadre Palemón: “Ni modo mano, así semos”
Finalmente, como dice Catón al terminar sus amenos comentarios: “Que conste que yo no estoy criticando, solamente estoy diciendo”
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