Por Mabel Salinas
Agosto de 2011
¿Dónde comenzó el capitalismo? ¿Qué detonó la desigualdad entre las clases altas y el proletariado? ¿Es verdad que el crecimiento de este sector de la población fue una consecuencia de la Revolución Industrial que tuvo lugar en Reino Unido o su origen se remonta tiempo atrás?
¿Cómo era la realidad de la Inglaterra de principios del siglo pasado? ¿El camino que comenzaba a tomar la sociedad era el adecuado o se estaba encaminando a un irremediable mal: la esclavitud, que ya había dejado huella antaño?
Hilaire Belloc busca proporcionar las respuestas a estas interrogantes en su ensayo "El Estado Servil", de Criteria Club de Lectores, en el que, tomando como base su contundente fe católica, hace un planteamiento que causó escozor entre las mentes de su tiempo o incluso las actuales.
El libro, que fue publicado por vez primera en 1912, sostiene el argumento de que el capitalismo no surgió a partir de la Revolución Industrial iniciada en Gran Bretaña, sino que comenzó tiempo atrás, derivándose de un cambio de mentalidad y de acción con miras hacia las clases más bajas y su trabajo.
Para el autor —fiel amigo de G.K. Chesterton con quien incluso fundó un periódico—, bajo el esquema del feudalismo, cuando los trabajadores de la tierra tenían trabajo y sustento, se gozaba de libertad, pues no estaban atados a su oficio por ningún contrato.
Se vivía una repartición mucho más justa de los bienes en la que los trabajadores no debían preocuparse por la inestabilidad o el riesgo de perder su trabajo, ya que en cierta medida eran poseedores de la tierra; tenían un techo seguro y no eran oprimidos por el temor del despido. Además, disfrutaban de libertad política.
Sin embargo, según Belloc estas garantías y certidumbres a las que estaban acostumbrados hombres y mujeres donde a cambio de su esclavitud recibían vestido, hogar y alimento, quedó superada cuando la propiedad pasó a manos de unos cuantos, lo cual el autor define como capitalismo.
A la par de este término, "El Estado Servil" también proporciona las definiciones de trabajo, propiedad, colectivismo, Estado distributivo, capital y más, los cuales permiten comprender a cabalidad su pensamiento y seguir su hilo argumental.
De acuerdo con el también diputado de origen francés y naturalizado británico, uno de los movimientos que surgieron para combatir la mentalidad y la posesión capitalista fue el socialismo.
Su tesis central en el ensayo dilucida de una y otra forma por qué esta estrategia es errada, pues simplemente conduce hacia el Estado Servil, es decir, hacia una nueva esclavitud, que para Belloc, al momento de escribir sus líneas, ya estaba vigente en la sociedad inglesa.
"Hay una neta línea divisoria entre el régimen servil y el no servil de trabajo, y las condiciones que se dan a uno y otro lado de esa línea difieren entre sí en grado sumo. Donde se lleva a los hombres a un determinado estatus en virtud de la legislación positiva, la cual puede, en último extremo, ser ejercida por los poderes de que dispone el Estado, tenemos la institución de la esclavitud. Si esta institución se encuentra suficientemente extendida, puede decirse que todo el Estado se asienta sobre un fundamento servil, que es un Estado Servil", sostiene.
Belloc argumenta por qué ni el colectivismo, mejor conocido como socialismo, mediante el cual se expropiaría a los capitalistas; ni el distributismo, el cual buscaba la justa repartición de los bienes entre la sociedad, eran caminos viables para combatir el capitalismo reinante y el peligro del Estado Servil.
El surgimiento de la opresión hacia un estrato de la sociedad mediante la firma de contratos era sólo el primero de los signos de la nueva esclavitud que Inglaterra exportaría al mundo. Por ello, la única solución es la recuperación de una mentalidad católica que impregne de justicia al sistema económico reinante.
"El futuro de la sociedad industrial, y en particular de la sociedad británica, si se deja librado a su propia dirección, es un futuro en el que el proletariado tendría garantizadas la subsistencia y la seguridad, pero garantizadas a expensas de la anterior libertad política y mediante la instauración de ese proletariado en un estatus, aunque no nominalmente, de hecho servil", concluye.
¿Fue de esta forma que se gestó nuestra realidad? ¿Acaso los planteamientos de Belloc aún son compatibles con el esquema laboral que rige hoy en día o han quedado superados? ¿En su momento vaticinó el futuro que hoy nos concierne? Para descubrirlo adéntrate en "El Estado Servil", de Criteria Club de Lectores.