Alonso Cerón
Dos décadas han pasado desde la caída de la Unión Soviética. El mundo desde entonces ha sufrido muchos cambios; pero ¿cuáles fueron los errores que cometió el politburó?
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El 20 de agosto de 1991 el ala más conservadora del Partido Comunista de la Unión Soviética daría un golpe de Estado en contra de su presidente, Mijail Gorbachov que se encontraba en ese entonces de vacaciones en Crimea. El mundo se enteraba y en otras instancias se confirmaba que la superpotencia comunista era muy frágil.
Como lo menciona el Dr. Francisco Gómez Antón, fundador de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, España, la URSS vivía en una fantasía, aislado de lo que pasaba en el resto del mundo, ajeno a los avances sociales, políticos y económicos; en resumen, vivió un largo sueño del que se despertaría de manera abrupta, con consecuencias nada agradables para su pueblo.
Un país hambriento en todos sentidos. Así era la antigua URSS, sabíamos poco de ella, lo que nos llegaba era muy distorsionado y se utilizaba como propaganda pro-estadounidense. Lo que es cierto es que los pueblos que vivieron bajo el yugo del sistema comunista en la Unión Soviética la pasaron bastante mal, ya que las libertades individuales, las costumbres y la misma espiritualidad fue suprimida de manera tajante.
Es cierto que llegaron a competir con los Estados Unidos por la hegemonía mundial, pero también que los métodos para promover sus ideas nunca fueron los más adecuados. Un sistema económico basado en la complementariedad como lo era el COMECON, nunca fue viable en los países que integraron el Pacto de Varsovia. Todo este sistema colapsó economías enteras de las naciones de Europa del Este, que curiosamente antes de las guerras mundiales gozaban de un nivel de vida muy parecido al de Suiza y Luxemburgo actuales.
Otro gran error que cometió la URSS fue el de reprimir a sus opositores. Los tanques en Praga, las constantes intervenciones en Hungría, la intimidación a las organizaciones polacas que buscaban mayor libertad política, la promoción que daban a las dictaduras como la de Ceaucescu en Rumanía, Tito en Yugoslavia o la de Zhivkov en Bulgaria terminaron por minar su credibilidad a nivel mundial.
Los pesados procesos burocráticos y la falta de un relevo generacional en la cúpula del Partido Comunista de la Unión Soviética fue otra de las razones por las cuales este país se debilitaría. El estancamiento de las reformas estructurales, los constantes fracasos en las metas fiscales y productivas, la corrupción privaba en la vida pública eran la constante del país.
Para cuando llegó Mijail Gorbachov al poder el país estaba en la ruina total. Las reformas emprendidas por el presidente fueron tardías, por lo que la economía continuaría su caída libre. Los sectores más conservadores del Partido Comunista rechazaban las reformas de Gorbachov, pero nunca propusieron una salida puntual a la crisis económica.
Esto desesperó a los habitantes de las minorías. Ucranianos, bielorrusos, georgianos, caucásicos, uzbekos, y sobre todo lituanos, letones y estonios no estaban convencidos de que la URSS llevara buen rumbo. Además de una opresión sistemática a sus costumbres, ahora estos pueblos no tenían ni siquiera lo esencial, por ello comenzaron a soplar los vientos de independencia entre estas minorías étnicas, que durante más de medio siglo fueron tratados como ciudadanos de segunda.
Por otra parte, las naciones satélites también querían mayor libertad política y económica. Desde los 60 en la antigua Checoslovaquia se plantearon un tipo diferente de sistema político. En Polonia con Lech Walesa se fundó el sindicato Solidaridad que clamaba mejores condiciones para los obreros polacos. Los jóvenes de Alemania del Este, pero sobre todo de Berlín Oriental protagonizaron protestas por mayores libertades políticas en su país. Y así podemos encontrar movimientos libertarios en Albania, Hungría, Bulgaria y Rumania, los cuales vivían en países dictatoriales.
En fin, una economía colapsada, un sistema político viejo y corrupto, las minorías con ansias de cambio y los países subordinados en plena rebelión, además de un resto del mundo que exigía cambios en la URSS terminaron por disolver este experimento que se llamó Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Hoy a 20 años de su desaparición muy poco queda de ese Estado, ahora la actual Federación Rusa le apuesta a democratizarse plenamente, y llegar a ser una verdadera potencia mundial.
Cabe recordar también el papel tan importante que jugó el beato Juan Pablo II quien contribuyó a la caída de los regímenes comunistas, modelo político que conoció personalmente porque vivió en él durante más de tres décadas.
No por nada su primera encíclica fue la "Redemptor hominis", de 1979, y su primer documento social el "Laborem exercens", de 1981, año en el que comenzó una incesante labor de socavamiento del comunismo, al que criticó no desde la vertiente religiosa por la férrea persecución de los cristianos, sino desde aspectos antropológicos y sociales, como sistema injusto que alienaba a la persona humana.
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