martes, 2 de febrero de 2010

¿Qué importa más: el candidato o el partido?


Por: Equipo de Yoinfluyo.com

 

Las llamadas elecciones intermedias a nivel federal y en algunas entidades de la República, tradicionalmente son vistas con cierto desinterés por la ciudadanía, ya que se trata de la renovación de la Cámara de Diputados.

Esta indiferencia es consecuencia de que en el pasado, el Congreso –del cual forma parte la Cámara de Diputados–, no representaba un papel verdaderamente importante en la práctica, como consecuencia del sistema presidencialista que vivíamos.  Los legisladores, diputados y senadores, eran meras comparsas del Presidente de la República.

 

El control central, desde la cúspide del poder y donde se dictaban las órdenes a todos los miembros del sistema, relegó el papel de diputados y senadores a simples "levanta dedos". Hoy ya no es así.

 

Desde 1997, cuando el PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, los legisladores empezaron a asumir la función institucional que les corresponde: hacer las leyes y aprobar el Presupuesto con independencia. Ahora ellos son quienes deciden qué leyes se discuten y cómo se aprueban.

 

Ahora no basta que las iniciativas provengan del Presidente de la República (el Poder Ejecutivo) como antes. El Poder Legislativo ha asumido su responsabilidad y actúa con su propia fuerza y autoridad para la definición del orden jurídico en el país. De no entenderse esto, no se aquilatará la trascendencia de la elección que vamos a vivir y la gravedad que significa no acudir a votar y la inutilidad de anular el voto.

 

De la encuesta realizada por yoinfluyo.com se desprende que entre nuestros lectores un 41 por ciento va a votar a favor de un partido; un 21 por ciento lo hará por el candidato o partido menos malo; el 16 por ciento ha pensado anular su voto; el 14 por ciento lo hará a favor de un candidato; el 4 por ciento no votará, y el 2 por ciento lo hará contra un candidato.

 

ENTONCES, ¿CÒMO VOTAR?

 

Tanto a nivel federal como estatal, elegir a diputados es nombrar a quienes, en nuestra representación (democracia representativa) y junto con el Senado, van a hacer o modificar las leyes que nos obligan. }

 

En el caso federal existen competencias compartidas entre diputados y senadores, así como facultades únicas para los diputados, que son, de acuerdo con el artículo 74 de la Constitución:

 

• Erigirse en Colegio Electoral para calificar la elección de Presidente de la República.
• Vigilar el desempeño de la Auditoría Superior de la Federación.

• Aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación y revisar la cuenta pública.
• Realizar juicio político y desaforar a funcionarios.

 

Esto significa que además de su función legislativa, la Cámara también ejerce una función política de gran peso en la vida del país.

 

No se trata, pues, de una decisión intrascendente o inútil, pues si antes, cuando luchábamos porque hubiera democracia en México, dijimos "si no votas, no te quejes", ahora esta afirmación adquiere mucha mayor importancia. Por ello debemos reflexionar acerca de características y cualidades personales e institucionales de quienes hablarán en nombre nuestro en el Congreso.

 

La abstención es una opción inaceptable para un ciudadano responsable. Precisamente un derecho-deber específico del ciudadano, es participar en política, lo cual no significa militar en un partido político, pero sí cumplir con la obligación mínima de emitir el voto.

 

No acudir a las urnas es renunciar a la posibilidad de participar en la decisión de elegir a quienes representan a la nación en la elaboración de las leyes.

 

Aunque diferente, la anulación del voto tiene un limitado efecto político. Algunos lo ven como una protesta ante la que dicen que es una insatisfacción frente a nuestro sistema político o ante los diputados.

Lo malo es que quienes asumen dicha actitud ahora se quejan pero, en general, han permanecido al margen del compromiso político, tanto en los partidos como en organizaciones intermedias donde asuman compromisos de acción para el mejoramiento de la realidad nacional en sus diversas dimensiones.

 

En cualquier caso, un voto en blanco es un voto nulo que sólo sirve para restar votos de la votación nacional, junto con los votos de los partidos que no alcancen el 2 por ciento de la votación, para efectos de designar a los diputados de representación proporcional. Es, por así decirlo, un voto inútil, pues existen otras firmas para manifestar la inconformidad.

 

¿Qué es lo importante?

 

Al emitir un voto es necesario formarse un juicio acerca del que se espera será el comportamiento del futuro diputado. ¿Cómo formarse ese juicio?

 

En primer lugar, es necesario conocer al candidato. Para ello se requiere:

 

1. Analizar su preparación académica, profesional y su nivel de estudios, ya que hacer leyes requiere un mínimo de cultura jurídica y conocimiento de la problemática político-social del país, pues de lo contrario será un legislador pasivo que asuma una actitud de "levanta dedos", sin mayor participación en la formación de las leyes.


2. Conocer su trayectoria profesional y política, verificar qué puestos ha ocupado y cómo se ha desempeñado en ellos.                                                                                               

 

Sobre todo, es de especial valor conocer cuál ha sido su comportamiento ético, su integridad y su honestidad.

 

En segundo lugar, la actuación de un diputado está enmarcada dentro de un pensamiento político-social, representado por la ideología del partido en el que milita. De allí que no sea la simpatía o carisma de una persona el único elemento a considerar, sino el compromiso intelectual que tiene con una corriente de pensamiento que habrá de reflejarse en la orientación de las leyes que proponga o apruebe.

 

Para poder evaluar este pensamiento se cuenta con los documentos oficiales que el partido respectivo registra ante el IFE: declaración de principios, programa de acción y estatutos. De su lectura se desprende cuál es la ideología y el proyecto político al que se debe un candidato.

 

Los partidos políticos han asumido ahora la costumbre de apoyar a "candidatos ciudadanos", es decir, personas destacadas de la sociedad civil que no militan en el partido, pero que tienen simpatía por él.

 

Aún esos candidatos, que pudiéramos pensar que no están obligados a seguir la ideología expresada en los documentos oficiales del partido, al asumir la candidatura aceptan, al menos, la plataforma electoral que el partido hace para determinar su programa de trabajo en la legislatura para la que serán electos sus diputados.

 

Es necesario, por tanto, conocer también ese documento, pues éste es el verdaderamente importante, más allá de los discursos de campaña.

 

Finalmente, habremos de decir que la actuación de un diputado será la resultante de su personalidad y trayectoria y el partido al que pertenece, con un mayor énfasis en lo segundo. Los diputados se integran a un bloque legislativo que para tener peso y fuerza política, necesita actuar de manera uniforme, de allí que los partidos exigen disciplina y obediencia a sus diputados, en ocasiones más allá de sus propias convicciones.

 

De allí que en esa ponderación, resulte con un mayor peso en la decisión la historia, ideología y trayectoria del partido, que la de los mismos diputados de manera individual.

 

Es poco frecuente que un diputado actúe en contra de la línea del partido, aunque así debiera ser cuando las decisiones van contra sus convicciones o su conciencia. Sin embargo, como la carrera política futura, o el lugar que se le dé en el bloque legislativo, con la posibilidad de presidir comisiones o ser vicepresidente, pasar a tribuna o desempeñar alguna comisión, está condicionada a su disciplina, pocos son los que van en contra, se declaran independientes o cambian de fracción, aunque esto siempre es posible.

 

PONDERACIÓN DE LOS FACTORES

 

Los criterios anteriormente señalados nos permiten ponderar los factores que van a determinar el peso de nuestro voto. De allí que un buen candidato militando en un partido con el cual no nos identificamos, tiene poca posibilidad de hacer el bien que quisiera alcanzar, ya sea por la ideología del partido o los intereses de grupo.

 

Del mismo modo, un mal candidato por su perfil, pero militando en un partido cuyos planteamientos nos son afines, finalmente puede sumar su voto al del resto del grupo para sacar adelante las propuestas que nos gustaría fueran aprobadas. En este sentido, es más importante el partido que el candidato, aunque todo cuenta.

 

Un último factor a considerar es que al hacer las leyes o aprobar el presupuesto, se apoya o se rechaza, directa o indirectamente, un programa de gobierno del Presidente de la República, ya que el partido del cual procede impulsará sus propuestas, en tanto que los otros partidos pueden rechazarlas de manera sistemática o negociar su aprobación de diversos modos: modificando las propuestas, mejorándolas o empeorándolas, o a cambio de otras ventajas.

 

Lo ocurrido en los últimos años en el país es consecuencia de que ningún partido político ha tenido la mayoría de votos a nivel federal para aprobar las reformas legales que quiere o considera que el país necesita para la consolidación de la transición.

 

Los cambios legislativos que se han logrado son producto de negociaciones y cambios que no han permitido a las dos últimas administraciones gobernar de acuerdo a sus propósitos. De allí que no se pueda señalar a un solo grupo del resultado del Congreso.

 

Finalmente, la composición del Congreso la determinan los ciudadanos, y la composición resultante del equilibrio de las fuerzas es la que permite, o no, mejores leyes.

 

 

«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»

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