Por: Manuel Espino Barrientos
Febrero / 2010
"Cada vez que un hombre mira con codicia un cargo, una podredumbre inicia en su conducta", Thomas Jefferson.
La candidatura presidencial de Manlio Fabio Beltrones ya es una realidad. Este jueves 28 de enero, ante la pregunta de si buscará ser candidato presidencial, el sonorense respondió a Carmen Aristegui: "Decir que no me gustaría sería falso y no quiero caer en una actitud hipócrita al respecto".
Añadió que contendrá por la candidatura si las condiciones de la política nacional y dentro del Partido Revolucionario Institucional así se lo permiten. "Esperaré hasta 2011 y tomaré mi decisión", añadió Beltrones, lo cual podría interpretarse como cautela sólo si viniera de otra persona; tratándose de Manlio Fabio lo más probable es que sea uno más de sus embelecos de prestidigitador político.
Lo único que me sorprendió del autodestape del senador es que la prensa lo difundiera como una noticia. Desde hace años que esta candidatura se ha venido consolidando de manera soterrada, casi clandestina, muy al estilo de Beltrones.
Aprovechándose de la poca prudencia del gobierno federal —que tantos privilegios le ha concedido, fortaleciendo a su más peligroso contrincante— y de la corta visión de muchos analistas y políticos, el más destacado aprendiz de Gutiérrez Barrios ha tejido redes de apoyo político no sólo en las estructuras de su partido, sino dentro de la propia arquitectura del Estado.
Desde hace años he sabido de este furtivo proyecto y que su éxito sería letal para nuestra democracia. Si Manlio Fabio Beltrones llega a reinar desde la silla presidencial, el más oscuro autoritarismo, el espionaje, la represión y la visión policiaca de la política se apoderarán de nuestra vida pública.
Crónica de una candidatura anunciada
Los peores males de la política vienen de la mano de la precipitación, del apresuramiento, de lo que coloquialmente llamamos "prontismo". Fijar una posición apresuradamente y sin dejar tiempo para prever los acontecimientos, leerlos e interpretarlos, puede tener consecuencias fatales. Para comprobarlo, basta con preguntar a todos quienes ignoraron durante años las intenciones presidenciales de Beltrones y hoy no les basta el día para arrepentirse de haberlo encumbrado.
Por ello, en 2008 publiqué mi primer libro "Señal de Alerta, advertencia de una regresión política". Cumpliendo con un deber cívico y asumiendo los riesgos que conlleva señalar a un hombre como Manlio Fabio Beltrones, escribí que "se le ha permitido acumular un enorme poder que utiliza para codirigir la política nacional y fortalecer sus posibilidades de llegar a Los Pinos como titular del Ejecutivo Federal en 2012, o de colocar ahí a quien sirva a sus intereses".
También afirmé que "en la expectativa de que apoye al gobierno, se le han concedido atribuciones que otros no tienen y que se antojan desproporcionadas al fin pretendido, como darle el carácter de gestor de recursos y puestos a cargo del Ejecutivo Federal y permitirle disponer de ellos para favorecer a gobiernos municipales y estatales a conveniencia de su proyecto".
Indiqué de manera explícita que se incurre en "una equivocación del Ejecutivo al encumbrar a ciertos personajes que han dañado al país en el pasado aún reciente y otorgarles un poder que puede ser usado en su contra, o de Acción Nacional… El Presidente sabe de las ambiciones de Manlio, a quien conoce como enemigo del PAN; así consta en estas páginas, cuyo contenido es mi argumento para prevenir una regresión, no al viejo sistema político que ya se fue, sino al método unipersonal de gobierno absolutista y omnímodo a partir de un personaje que no conoce otra forma de ejercer el poder que no sea desde sí mismo y no de las instituciones. Ya lo está demostrando desde ahora, sin siquiera tener el poder formal".
Así que no nos engañemos: si hoy Manlio se permite anunciar sus intenciones presidenciales es porque ha consolidado una base de poder que le permite hacerlo; y ese poder no lo ha construido él, se lo han brindado de manera imprudente a cambio de apoyos a reformas legislativas que nunca llegó a concretar.
En cada una de las más de 30 presentaciones de "Señal de Alerta" tuve que
soportar que alguien descalificara, a veces hasta de manera condescendiente, la tesis de que Beltrones buscaría ser candidato a la presidencia.
Me argumentaron que su imagen es demasiado tenebrosa, su desprestigio demasiado pesado, sus antecedentes demasiado escabrosos. Se dijo que su inteligencia —lo único brillante en su oscura personalidad— le impediría considerar ese objetivo porque sabía que le era imposible alcanzarlo. Y, a pesar de todo, Beltrones va y va con fuerza.
Manlio había estado engañando a la clase política y al pueblo de México y jugando con Enrique Peña Nieto, disfrazando sus intenciones. Pero el tiempo de fingir ha pasado. Hoy sabemos que buscará ser Presidente y que incluso si permite a Peña Nieto llegar a "la grande", será sólo para que presida el país bajo su pesada sombra.
Cerrar el paso al autoritarismo
En la portada de mi libro aparece una fotografía en la que Felipe Calderón, con la banda presidencial al pecho, toma la mano de Manlio Fabio Beltrones tras tomar posesión. Elegí esa imagen para advertir que lo peor que le podría pasar a México sería verla hecha espejo en diciembre de 2012.
Imaginar las Fuerzas Armadas, las policías, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), la Hacienda Pública y la conducción política del país en las manos de Manlio Fabio Beltrones dibuja el escenario de una catástrofe.
La advertencia está hecha, una vez más, y espero que esta vez sea escuchada. Todo ciudadano honesto tiene el deber irrenunciable de oponerse a Manlio Fabio Beltrones. Si detentando el poder informal ha causado tanto daño, con el poder formal en sus manos Beltrones firmaría el certificado de defunción de la democracia mexicana.
«El hombre sin honra peor es que un muerto»
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