viernes, 17 de diciembre de 2010

Corrupción: hecha en México


 

Por: Luis Alfonso Castillo Pardo

Noviembre / 2010

 

 

Transparencia Internacional es un organismo con sede en Berlín, encargado de medir la corrupción y la transparencia gubernamental en 178 naciones. Cada año presenta un informe de todos los países que evalúa y les da una puntuación de 1.0 a 10.0.

 

Este año, los mejores países en transparencia fueron Dinamarca, Nueva Zelanda y Singapur, que comparten el primer lugar con una puntuación de 9.3, mientras que el último lugar lo ocupó otra vez Somalia, con 1.1.

 

En Latinoamérica, el país con mejor calificación fue Chile, con 7.2; los de calificación más baja fueron Venezuela, con 2, seguido de Haití y Paraguay, con 2.2 en ambos casos; México obtuvo 3.1, puntuación considerada como la peor en los últimos 10 años.

 

El gobierno mexicano, por medio de la Secretaría de la Función Pública (SFP), aceptó los resultados de Transparencia Internacional y dijo que la evaluación es un llamado de atención para fortalecer la lucha contra la corrupción, pero que también es una oportunidad para recordar que mejorar la calificación de México depende del esfuerzo de diferentes actores: los tres órdenes de gobierno, los tres Poderes de la Unión y la sociedad en su conjunto.

 

Podemos tomar una actitud muy crítica  contra todas las dependencias del gobierno federal, las de los gobiernos estatales y municipales; también contra los poderes legislativos y judiciales, y seguramente nos van a sobrar razones, pero eso no significará que vamos rumbo a una mejor calificación.

Le invito a reflexionar un poquito en lo siguiente: toda la bola de corruptos, perdón, toda la bola de políticos, otra vez perdón; todos los servidores públicos de los tres órdenes y de los tres poderes de gobierno, a veces nos parece que han surgido de un planeta distinto al nuestro, o por lo menos de una sociedad muy distinta a la nuestra.

Pero fíjese que no es así, todos los servidores de gobierno, incluidos los que ocupan un cargo de elección popular, surgieron del planeta y de la sociedad en que vivimos; y más aún, algunos surgieron de nuestro municipio, y para algunas personas, surgieron de la misma escuela en la que estudiaron, del mismo barrio en el que vivieron, o incluso hasta de su propia familia.

Muchos de esos actos de corrupción se dan entre gobernantes, servidores públicos y gobernados en trámites, permisos, concesiones, contribuciones fiscales; en contratos de servicios, compras, obras y más, mucho más.

Mucho ojo, también entre los mismos particulares se dan actos de corrupción en la compra de piratería o de lo robado, en la venta de mercancía menguada, salarios mal pagados, productos de mala calidad, pésimos servicios, explotación de trabajadores y menores de edad, uso indebido de recursos materiales, tiempo cobrado y no trabajado, la copia en los exámenes, las trampas en el deporte, el que no tranza no avanza, la desinformación en los medios de comunicación, etcétera y más etcétera.

Si realmente deseamos que México tenga una mejor calificación en el Índice de Percepción de la Corrupción, claro que es muy necesario criticar y denunciar a los gobernantes y servidores públicos corruptos; pero también sería de mucha utilidad no ser partícipe de actos de corrupción, y sobre todo, de ser capaces de transmitir el valor de la honestidad a los menores de edad. De esa manera nuestro planeta y nuestra sociedad producirá menos gobernantes corruptos.

 

 

 

 

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