sábado, 19 de diciembre de 2009

Clave conceptual: Sufrimiento

 

Por: Querien Vangal

 

El sufrimiento y el dolor son una dimensión de la existencia terrena que interrogan radicalmente al corazón del hombre. ¿Qué sentido tiene sufrir? A partir de esta pregunta se han determinado las respuestas más variadas. El modo más tradicional de hablar del dolor es remitiéndose a su causa: el pecado (cf. Gn 3,16-19). Pero el AT mismo percibe que no se puede poner "sic et simpliciter" un vínculo causal entre pecado y sufrimiento de la persona. Existe el drama del sufrimiento inocente.


La figura de Job representa la más audaz contestación de las clásicas y cautas teodiceas, para las cuales el dolor es el justo castigo de la culpa. El libro del AT se interrumpe con la afirmación del necesario silencio ante un misterio indescifrable (cf. Jb 38-42). El NT respeta esta reserva: "Jesús no explica el sufrimiento, sino que lo llena con su presencia" (Claudel). Cristo pasó su vida beneficiando y sanando a todos aquellos que sufren (cf. Hch 10,38), en el cuerpo y en el espíritu.

Ante al sufrimiento se sitúa como aquel que desea aliviarlo (cf. Lc 4,1-4).


También Él, como Job, no atribuye el dolor físico a una culpa personal. El único valor positivo del sufrimiento es el de ofrecer al hombre la oportunidad de convertirse (cf. Lc 13,1-5) y a Dios de cumplir sus obras (cf. Jn 9,3). En la Carta Apostólica Salvifici doloris, Juan Pablo II ha indagado sobre el significado cristiano del dolor humano. Él ve en Jesucristo la victoria del amor sobre el sufrimiento: "En su sufrimiento los pecados son borrados precisamente porque Él únicamente, como Hijo unigénito, pudo cargarlos sobre sí, asumirlos con aquel amor hacia el Padre que supera el mal de todo pecado; en un cierto sentido aniquila este mal en el ámbito espiritual de las relaciones entre Dios y la humanidad, y llena este espacio con el bien" (SD 17). Los cristianos pueden participar de los sufrimientos de Cristo (19-24), puesto que "en la cruz de Cristo no sólo se ha cumplido la redención, mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido" (SD 19).


En el Calvario, el Hijo de Dios se hizo "hombre de dolores" (cf. Is 53) y, en el grito de abandono extremo (Mt 27,46), se puso a prueba en todo para poder compartir la suerte del último de los hombres que sufren (cf. Hb 2,18). De tal manera, Jesús ha tomado el último puesto, que nunca nadie podrá quitárselo (Charles de Foucauld). Desde ese momento el sufrimiento ha sido, por así decirlo, santificado, glorificado, porque se ha convertido en expresión del amor divino. Uniendo los propios sufrimientos a los de Cristo, los cristianos pueden dar un sentido pleno a cada dolor (cf. Col 1,24). Sabiendo además que Cristo está presente en cada ser que sufre, ellos harán todo lo posible para servir a su Señor en los hermanos que padecen (cf. Mt 25,32ss). "Cristo, al mismo, tiempo ha enseñado al hombre a hacer bien con el sufrimiento y a hacer bien a quien sufre. Bajo este doble aspecto ha manifestado cabalmente el sentido del sufrimiento" (SD 30).


«LA ORACIÓN DEL QUE SE HUMILLA PENETRARÁ HASTA LAS NUBES»
 



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