Por: Antero Duks
Noviembre / 2009
La captura de una presunta banda de traficantes de infantes pone al descubierto no sólo la falta de controles de seguridad en las clínicas privadas que operan en la Ciudad de México, sino también el engorroso proceso de adopción en todo el país que alimenta el mercado donde se vendieron esos niños; prueba de ello es que un grupo de seudo médicos del Hospital Central de Oriente encontrara a personas dispuestas a pagar hasta 15 mil pesos por un bebé.
Y es que en un país donde la impunidad es un asunto de todos los días, el destape de este tipo de acciones ha dejado boquiabiertos a millones de mexicanos.
Las acciones de la banda desnudan las deficiencias del proceso de adopción del DIF en México.
Plagado por meses de espera, papeleo engorroso, expedientes perdidos y testimonios de parejas que terminan por declinar ante las trabas de un sistema burocrático al que parece importarle muy poco el bienestar de los miles de niños que viven en sus albergues.
Por eso no sorprende tanto que algunas parejas o madres solteras decidieran traspasar el marco de la legalidad para hacerse de un hijo.
Al DIF le urge una reforma que permita velar por los intereses de todos los involucrados en una decisión de esta magnitud; mientras eso no suceda, seguirán apareciendo oportunistas dispuestos a lucrar con las necesidades de muchos mexicanos.
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«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»
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